

DÍA DE LA MARINA
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Castillo de Teayo, Veracruz | En política, como en el teatro, hay actores principales, secundarios, y otros que simplemente están ahí para cumplir el guion. El reciente debate de las candidaturas por la presidencia municipal de Castillo de Teayo, celebrado el 20 de mayo, mostró un espectáculo democrático sin sobresaltos, pero con revelaciones importantes para quien sabe leer entre líneas. Participaron tres contendientes: Zoyla Caridad García Cristóbal por el Partido del Trabajo (PT), Obed Méndez Fernández por el PAN, y Nazario “Flaco” Gallardo Casados por el PRI. Todos se dijeron cercanos al pueblo, no todos lo demostraron.
Las credenciales del pasado
Zoyla Caridad, ex presidenta municipal, se presentó como la mujer de la experiencia y la acción. Habló con seguridad, con una retórica que remite al manual clásico de la Cuarta Transformación: el pueblo, la dignidad, el servicio. Enumeró obras públicas, talleres para mujeres, asesorías legales y su paso por el DIF. Pero entre tanta mención a su legado, olvidó responder con contundencia a las acusaciones que le lanzó su contrincante panista, quien la acusó —con pruebas, dice— de haber violentado derechos laborales por embarazo, y de haber desplazado a una candidata legítima del PT. Lo negó, claro, aunque no con argumentos sólidos, sino con evasivas políticas.
Obed Méndez, del PAN, fue el tecnócrata del grupo. Habla con tono institucional, se esfuerza por parecer un funcionario serio. Enumeró sus cargos: director del DIF, secretario particular, sindicalista municipal. Construyó un discurso lleno de ejes temáticos, indicadores y programas. Lo que le falta, sin embargo, es calle. Se siente más cómodo entre oficios y oficiosas que entre veredas y caminos vecinales. Y aunque habló de propuestas viables, lo hizo desde la comodidad de quien no ha gobernado, pero sí ha cobrado.
Nazario “Flaco” Gallardo, del PRI, fue la sorpresa del debate, no por la elocuencia, sino por la naturalidad. Se presentó como el ciudadano común, el que ayuda sin cargo público, el empresario que hace brigadas médicas de su propio bolsillo. No hay datos duros que respalden sus dichos, pero tampoco se le notó interés por vender humo. Su discurso fue más emocional que técnico, más rústico que refinado. Pero en un municipio agrario como Castillo de Teayo, eso no necesariamente es un defecto.
Diagnóstico vs. demagogia
En los bloques temáticos se habló de igualdad sustantiva de género y migración. Zoyla Caridad, fiel a su formación en el oficialismo obradorista, se colgó del discurso de Claudia Sheinbaum y prometió más talleres, más acompañamiento, más apoyo. Fue emotiva, pero poco innovadora. Obed Méndez intentó dar un enfoque más técnico: atención psicológica a familias migrantes, programas de integración, emprendimientos. Su problema fue el de siempre: muchas palabras, pocos ejemplos concretos. Gallardo, por su parte, volvió a hablar desde el terreno, reconociendo que la cultura patriarcal limita la igualdad de género y que la migración es síntoma de un modelo económico local fallido. Fue menos vistoso, pero más sincero.
¿Quién ganó el debate?
Si este fuera un concurso de oratoria, Zoyla Caridad habría ganado. Si fuera un ejercicio de planeación pública, Obed Méndez podría llevarse el reconocimiento por estructura. Pero en el terreno de lo político, de lo tangible, el que mejor capitalizó su presencia fue Nazario “Flaco” Gallardo.
Su estilo llano, sin florituras, conectó con la idea del “ciudadano cansado del político profesional”. No ofreció milagros ni ejes estratégicos, pero sí un rostro reconocible, un compromiso emocional y, sobre todo, algo que ni PT ni PAN lograron comunicar: autenticidad.
Claro, eso no basta para gobernar bien. Pero en tiempos de escepticismo, ganar la confianza del pueblo es la mitad de la batalla.