
DÍA DE LA MARINA
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Álamo Temapache, Veracruz | En Álamo Temapache, tierra que alguna vez ostentó con orgullo el título de “capital mundial de la naranja”, el debate organizado por el OPLE el 19 de mayo se convirtió en un muestrario de estilos, pasados políticos y promesas de futuro. Participaron seis aspirantes: José Roberto “Pepe” Arenas (Morena-PVEM), Adriana Gassos (Movimiento Ciudadano), Juan Javier Pérez Roldán (PRI), Dagoberto Hernández (PT), Raúl Monroy (PAN) y —como de costumbre en la política mexicana— la sombra de las gestiones pasadas.
Más que un debate, fue una crónica de lo que ha salido mal en los últimos años… y una competencia por quién lo diría con más corazón o más cifras.
Morena: Del discurso técnico al deslinde necesario
Pepe Arenas fue metódico. Trajo un discurso bien estructurado, con seis ejes de acción y un enfoque territorializado. Habló de pozos, drenajes, farmacias populares, citricultura con drones y hasta de brigadas médicas. En el papel, su propuesta suena coherente. Pero Arenas carga con un lastre: el desencanto de un gobierno municipal que él mismo apoyó en 2021. No lo negó. Dijo, con honestidad medida, que el movimiento vale más que una persona. Buen intento de deslinde, pero en política, como en los cítricos, las manchas no siempre se pueden disimular.
Adriana Gassos: emotiva, combativa, sin estructura
La candidata de Movimiento Ciudadano fue la voz más aguerrida del debate. Usó su historia personal —madre trabajadora, luchadora social— para conectar emocionalmente con la audiencia. Fue crítica de todos, denunció el abandono del municipio y señaló a “las mismas caras de siempre”. Su punto fuerte fue la autenticidad. Su punto débil, la falta de propuestas concretas más allá de su retórica apasionada.
Raúl Monroy: El panista con memoria larga
Monroy fue técnico, ordenado y directo. Habló de citricultura como el motor olvidado del municipio y propuso subsidios, laboratorios de suelos y apoyo a jornaleros. Como fundador de una asociación civil, capitaliza el contacto con el pueblo. Pero su discurso también cargó con rencores pasados, incluyendo un fraude electoral que, según él, le costó la elección anterior. Su mensaje final fue claro: él es de partido, pero no chapulín. ¿Será suficiente?
Javier Roldán: El periodista que se cansó de denunciar
El candidato del PRI, más que un político, fue un denunciante con micrófono. Reclamó la corrupción, criticó a quienes han gobernado, y señaló —sin sutilezas— a sus propios compañeros de escenario. Su mejor argumento fue el de ser “el PRI nuevo”, uno que busca limpiar los pecados del pasado. Su peor error: en el afán de cuestionar, olvidó a veces presentar soluciones y responder las preguntas.
Dagoberto Hernández: El exsíndico que se olvida de su currículum
El caso más curioso fue el de Dagoberto Hernández, candidato del PT, quien habló como si nunca hubiera estado en el poder… aunque fue síndico en la actual administración. Su discurso se centró en la salud, el agua, la agricultura y el abandono del campo. Habló con la pasión del opositor, olvidando que fue parte del gobierno que hoy critica. Lo mejor: su visión sobre pozos profundos y el uso de energías limpias. Lo peor: la amnesia selectiva.
¿Quién ganó el debate?
En términos técnicos y de propuesta estructurada, Pepe Arenas fue el ganador. Supo articular su visión de gobierno y responder ataques con serenidad. Pero esa victoria tiene un matiz: no se puede hablar del porvenir sin asumir la responsabilidad del pasado inmediato.
En términos de conexión emocional y frescura, Adriana Gassos se llevó las simpatías. Fue la más humana, aunque la menos técnica.
El resto de los candidatos aportó desde sus trincheras, pero ninguno logró realmente capitalizar su experiencia pasada o articular un mensaje de futuro sin contradicciones.
En Álamo Temapache no sólo se elige un alcalde. Se elige si la historia sigue con los mismos apellidos, si se da paso a una figura emocional pero sin plan, o si se opta por alguien que, aunque cargue con un legado difícil, al menos ha intentado presentar un proyecto claro.
El pueblo tendrá la última palabra. Como siempre, entre promesas, acusaciones y naranjas que no siempre son dulces.