¿Construir una sociedad nueva?
Mi madre fue costurera y durante un buen tiempo ayudó a mi padre en los gastos familiares mediante ese oficio. Y debo decir que era buena en su trabajo. Los cuatro miembros de la familia vestíamos ropa confeccionada por ella. Así mismo, venían los vecinos tanto para encargarle ropa nueva o que les arreglara alguna prenda que se habían comprado y que no les quedaba a su gusto.
De ahí aprendí algo que también he comprobado con la experiencia propia: es más fácil hacer algo nuevo (una prenda, un mueble, una casa) que arreglar algo mal hecho, dañado o que no es funcional.
En mi columna anterior describí una semblanza de la corrupción en México a través de la historia.
Cómo se fueron perdiendo los valores desde la “caída de Quetzalcóatl” y posteriormente, 200 años antes de la conquista española, fueron sustituidos parcialmente por los valores de Huitzilopochtli, que incluyen el materialismo, la guerra y la conquista. Y cómo esos mismos españoles, que no traían consigo otro objetivo más que la acumulación de riquezas, al eliminar la poca cultura mesoamericana existente, dieron lugar a una mezcla de valores que permitieron la corrupción desde entonces.
Y ese valor escondido en la naciente cultura mexicana, combinación de dos culturas decadentes -la corrupción- ha sido uno de los elementos con los que ha sido cimentada.
En otras palabras, llevamos entre quinientos y mil años –el dato es impreciso- viviendo con una falta de valores morales que habría hecho que cualquier colectividad cayera en un desorden de no ser por los “antivalores” que ya se presentaban en las sociedades indígenas y que también practicaban los conquistadores, y el doble discurso religioso de los misioneros (franciscanos, dominicos, agustinos, jesuitas y carmelitas) logrando así una forma de vida que sigue vigente hasta nuestros días.
Teniendo en cuenta todos estos antecedentes, podemos concluir que la corrupción, entendiendo el concepto como la utilización de las funciones y medios de las organizaciones en provecho de los propios gestores o administradores, es una práctica totalmente general en la cultura mexicana.
Y ha sido tolerada y promovida a través de las generaciones de tal manera que actualmente el ciudadano común no puede concebir que la sociedad pueda funcionar sin tal práctica.
Sin embargo, se ha llegado a tales niveles de corrupción que ahora sí se corre el riesgo de caer en el caos, donde las regulaciones no son respetadas, se impone la ley del más fuerte –o del más adinerado-, se crean organizaciones con fines delictivos, las autoridades están a disposición del mejor postor, las instituciones como el Ejército y Fuerzas Armadas se desvían de su objetivo primordial, se carece de la seguridad más elemental y en general se vive en un estado de indefensión tal que el instinto de supervivencia sobresale, la población responde violentamente y la comunidad deja de funcionar como tal.
En una situación como la descrita ¿cómo se puede construir una nueva sociedad?
Es evidente que cualquier plan que llegue a tener algún bien intencionado se topará con una resistencia enorme. Hacer un cambio de actitud que lleva siglos inculcándose a la población es una tarea gigantesca que difícilmente mostraría resultados a corto plazo.
Hasta podría preverse que fracasaría rotundamente si no fuera por un factor que ya está presente: la consciencia de que la corrupción ya no sirve para que el pueblo tenga bienestar.
Y desde este punto de vista la tarea principal de todos los ciudadanos que logren visualizar esta realidad es la de no participar en actos de corrupción, por lo menos voluntariamente. Si acaso se tuviera la muy imperiosa necesidad de aceptar alguno de estos actos, manejarlos como un vicio maldito que debe ser encubierto y disimulado ante las nuevas generaciones, pero ya evitar dar el ejemplo de la aceptación de la corrupción como algo normal y benéfico.
En mi opinión, eliminar la corrupción no es una labor de unas cuantas personas. Es un quehacer que debe ser asimilado como tal por todos, todos los días y por el resto de nuestra vida.
Luciano García
Twitter: Luciano__Garcia