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De regeneración nacional, sólo es el nombre

De regeneración nacional, sólo es el nombre
México se encuentra en una fase de calentamiento político del proceso para renovar al titular del Ejecutivo federal, y a un importante número de semanas de la elección constitucional de 2018, el partido Morena dejó ver muy rápido a la ciudadanía lo poco que tiene de movimiento de regeneración nacional.

por MAX CORTAZÁR
Excélsior

Las dudas surgidas del planteamiento de su dirigente hacia la opinión pública y las prácticas de quienes controlan la estructura en las distintas entidades del país, dan muestra constante de la involución que Morena representa para el futuro de los mexicanos.

Una involución comprobada en su dirigente, Andrés Manuel López Obrador, quien después de casi 12 años como aspirante presidencial sigue ofreciendo, además de argumentos evasivos y contradictorios como respuesta a los temas más simples de la agenda de coyuntura, propuestas de política pública que son recibidas con marcado escepticismo en audiencias especializadas, sea porque éstas no conllevan beneficios sociales mayores a los criterios implementados en el presente, porque carecen de los fundamentos técnicos para garantizar su viabilidad o, en el peor de los casos y como ya lo advirtió la calificadora internacional Fitch Ratings, porque meterían al país en escenarios de inestabilidad financiera.

Afirmación que pudiera estar sustentada en el intento declarado de pasar por encima del funcionamiento institucional o de desconocer compromisos formales de mediano plazo ya establecidos por el Estado mexicano.

Todo ello lo comprobó de nueva cuenta la entrevista concedida por López Obrador al noticiero estelar de Grupo Imagen.

La conclusión más relevante de esa conversación, sostenida con Ciro Gómez Leyva, es la confirmación de la ausencia de una verdadera propuesta de regeneración, o más bien, la existencia de un movimiento de regresión nacional.

Durante más de media hora, el dirigente de Morena se dedicó a refrendar su desprecio por las instituciones democráticas y su interés en desconocer el marco regulatorio que da certidumbre a las actividades de transformación del sector energético.

Esto es grave, sin duda, porque bajo esa argumentación política sólo cabe la extinción del orden constitucional con su división de Poderes, el gobernar a fuerza de decretos sin el consentimiento de la pluralidad democrática representada en el Congreso o sin acatar las resoluciones del Poder Judicial, así como el regreso a las nacionalizaciones y sus efectos negativos como en las etapas de José López Portillo, en una situación de fragilidad en las finanzas públicas. La ocurrencia es su principal criterio de política pública.

De lo contrario sería imposible entender por qué desea imponer el nuevo aeropuerto de la ciudad de México en la base militar de Santa Lucía, cuando diferentes consideraciones técnicas demuestran su inviabilidad, o por qué piensa que una proclama personal cuasi religiosa ya como eventual gobernante, hará que todos los dedicados al robo de hidrocarburos dejen de hacerlo.

A AMLO le molesta ser comparado con Maduro, pero él sólo hace que en el espejo de las declaraciones públicas, sea complicado trazar las diferencias entre ambos.

En la misma entrevista, por ejemplo, se resistió a condenar de manera explícita el régimen autoritario venezolano, emprendió ataques en contra de la libertad de los medios de comunicación por difundir noticias disonantes con sus intereses políticos, además de que como de costumbre, sólo aceptará los resultados electorales del Estado de México en caso de resultar triunfantes sus propios candidatos.

Ello sin dejar de lado que pasó cuando menos una tercera parte del tiempo de la entrevista, estableciendo acusaciones de supuestos pactos políticos entre partidos y de irregularidades del Estado Mayor Presidencial, sin la presentación de la más mínima evidencia que sustentara sus dichos, aun a solicitud expresa de Gómez Leyva.



Por último, a las lagunas democráticas del dirigente nacional se suman los usos y costumbres de los operadores que controlan la estructura de Morena en las entidades.

Uno a uno, en distintas zonas del país han sido señalados por su dudoso apego a la legalidad en el manejo de recursos financieros.

Ahí están los conocidos casos de Eva Cadena y Delfina Gómez, políticas que fueron definidas como honestas por AMLO, pero sobre las cuales existe evidencia del conocimiento público de la posible comisión de delitos.

La descomposición presumible en Morena es tan amplia a sus distintos niveles de la organización, que quizá por eso López Obrador siempre se ha mostrado adverso a las reformas en materia de transparencia y entre otras, eche abajo la del SNA. Por todo lo aquí escrito, de regeneración nacional sólo tienen el nombre del partido.

fuente: http://www.excelsior.com.mx/opinion/max-cortazar/2017/05/16/1163711

 

 

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