SEDENA bajo fuego en Tantoyuca: Acusan a militares alcoholizados de amedrentar a taxistas y periodistas

Tantoyuca, Ver.— La Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y la Guardia Nacional han quedado en el centro de una tormenta de indignación ciudadana, luego de protagonizar un lamentable episodio de prepotencia, intimidación y abuso de autoridad en pleno centro de Tantoyuca. El hecho, ocurrido la noche del martes, ha encendido las alarmas entre la población y ha sido denunciado enérgicamente por líderes del gremio taxista y miembros de la prensa local.

Todo comenzó cuando elementos fuertemente armados detuvieron de forma arbitraria al taxi número 83, cuyo conductor, además de prestar servicio, funge como dirigente de la CROC en el municipio. Sin orden ni motivo claro, los uniformados lo interrogaron bajo el absurdo señalamiento de que “tomaba fotos a negocios”. El gremio desmintió tajantemente esa versión, aclarando que la unidad simplemente no contaba con un trámite administrativo actualizado —gestión que, por cierto, compete al Gobierno del Estado, no a las fuerzas armadas.

Pero lo que ya era un acto de abuso escaló peligrosamente. Testigos reportan que los elementos de la SEDENA presentaban aliento alcohólico, estaban visiblemente alterados y no dudaron en lanzar amenazas e insultos tanto al taxista como a reporteros que cubrían el hecho. A los periodistas, en lugar de respetarlos, los fotografiaron, los intimidaron y les lanzaron improperios. Una clara violación a la libertad de prensa.

Como si no bastara, los mismos militares descendieron de sus unidades minutos después para irrumpir —con armas largas y actitud agresiva— en un gimnasio ubicado sobre la calle Independencia. Entraron apuntando y exigiendo la presencia de algunos jóvenes sin explicación alguna. Aunque no se reportaron agresiones físicas, el mensaje fue claro: miedo e imposición.

“Es alarmante que quienes deberían garantizar la seguridad actúen de esta manera, con amenazas y bajo posibles efectos del alcohol. La sociedad merece respeto y protección, no intimidación”, declaró uno de los reporteros que vivió en carne propia el acoso.

Lo más preocupante es que este no es un hecho aislado. En Tantoyuca, ya se acumulan quejas ciudadanas sobre actitudes autoritarias y desplantes de soberbia por parte de estos mismos elementos. La impunidad se vuelve la regla cuando quienes portan el uniforme se sienten por encima de la ley.

Hasta el momento, ni la SEDENA ni la Guardia Nacional han dado explicación alguna. El silencio oficial contrasta con la indignación creciente entre la ciudadanía, que hoy se pregunta: ¿Quién vigila a los que dicen vigilarnos?

Este nuevo escándalo exige respuestas inmediatas y contundentes. La militarización no puede convertirse en sinónimo de miedo, ni la disciplina en licencia para el abuso. Tantoyuca merece respeto. Y México, un Ejército al servicio del pueblo, no por encima de él.