

Tihuatlán: entre el discurso ciudadano y la gestión institucional que no llega
DÍA DE LA MARINA
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Tihuatlán, Veracruz |Un debate entre dos no es precisamente un debate. Es un duelo de estilos, de credibilidad, de presencia. Así se vivió el reciente ejercicio organizado por el OPLE Veracruz entre los únicos dos candidatos que aceptaron presentarse para la presidencia municipal de Tihuatlán: Javier Caro Rosas, candidato independiente, y Erick Pérez Álvarez, del Partido del Trabajo. El resto, ausente por decisión o por miedo. En política, la ausencia también comunica.
El independiente de las buenas intenciones
Javier Caro Rosas se presentó como el eterno servidor del pueblo. Desde niño —dice— ha estado al lado del campesinado y de la gente humilde. Asegura que no promete, que cumple, y que ha trabajado por Tihuatlán sin necesidad de ocupar un cargo. Caro es una figura que apela al voto de la memoria, a la nostalgia de los liderazgos tradicionales. Es, en su discurso, el hombre que construyó una clínica sin ser presidente, el que quiere instalar centrales de abasto y que habla del “pueblo” con un afecto casi paternalista.
Su problema no es el qué, sino el cómo. En todo el debate no explicó una sola vez cómo financiará o implementará sus propuestas. Su bandera de “no soy político” es eficaz en un entorno harto de la política tradicional, pero su diagnóstico del municipio se limita a generalidades. El cambio climático, la educación superior, la transparencia… todo lo ve como urgente, pero nada lo aterriza con claridad.
Erick Pérez: técnico con narrativa social
Erick Pérez Álvarez, por su parte, fue más estructurado. Ingeniero civil, con raíces comunitarias, construyó su discurso en torno al trabajo social y la educación. Contó su historia personal: cómo tuvo que acudir al CONAFE para poder estudiar. Ese relato conecta, especialmente con jóvenes y padres de familia que ven la educación como única vía de movilidad social.
A diferencia de su contrincante, presentó propuestas específicas: viveros municipales, informes trimestrales de gobierno, saneamiento de arroyos, baños ecológicos, pisos firmes, plantas de tratamiento de aguas residuales, presas de almacenamiento pluvial. Su discurso mezcló lo técnico con lo humano, lo comunitario con lo institucional. Le faltó fuerza retórica, pero le sobró claridad.
¿Quién ganó el debate?
Depende de lo que se mida. En cercanía emocional con el votante tradicional, Javier Caro puede haber salido mejor librado. Su mensaje es sencillo y directo: “soy del pueblo y sigo con ustedes”. Pero si se mide preparación, visión y viabilidad, Erick Pérez Álvarez fue el claro ganador.
No porque prometa más, sino porque entiende que gobernar es administrar, priorizar y ejecutar. Su propuesta de rendición de cuentas trimestral, por ejemplo, rompe con la inercia de los informes anuales y representa una ruptura necesaria con la opacidad.
El gran ausente: el sistema de partidos
Lo más preocupante no fue lo que se dijo, sino lo que no ocurrió. La ausencia del resto de los candidatos —incluyendo los de partidos tradicionales como PRI, PAN, y Morena— refleja el desdén por el debate democrático y la falta de respeto por el electorado. Cuando el silencio sustituye a las ideas, la ciudadanía queda sola frente a las urnas, sin contraste real, sin opciones genuinas.
Tihuatlán merece más. Y si algo mostró este debate, es que al menos dos candidatos están dispuestos a intentarlo. Uno con el corazón, otro con la cabeza. Falta saber con cuál decidirá caminar el pueblo.